En la habitación esperan tres sotanas blancas de distintos tamaños, varios modelos de sobrepelliz, muceta morada y estola púrpura con bordados dorados, así como zapatos, fajines, cordones y una cruz dorada. (EFE/ Vatican Media)
En la habitación esperan tres sotanas blancas de distintos tamaños, varios modelos de sobrepelliz, muceta morada y estola púrpura con bordados dorados, así como zapatos, fajines, cordones y una cruz dorada. (EFE/ Vatican Media)

Tras la esperada fumata blanca que se elevó a las 18:08 horas (16:08 GMT), anunciando la elección del nuevo papa, el pontífice electo ha sido conducido a la tradicional Sala de las Lágrimas, un espacio reservado dentro del Vaticano donde se alista para su primera aparición pública en el balcón central de la Basílica de San Pedro.

Este paso forma parte del ritual tras el cónclave, y ocurre una vez que el nuevo papa acepta su elección, tras haber recibido al menos 89 votos (dos tercios de los 133 cardenales electores). Allí también decide el nombre pontificio con el que será reconocido.

La Sala de las Lágrimas debe su nombre a las emociones que muchos papas han experimentado en ese lugar tras su elección. Es un espacio privado para rezar, llorar o reflexionar antes de asumir el liderazgo espiritual de más de 1.400 millones de católicos.

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Vestimenta papal y preparación

En la habitación esperan tres sotanas blancas de distintos tamaños, varios modelos de sobrepelliz, muceta morada y estola púrpura con bordados dorados, así como zapatos, fajines, cordones y una cruz dorada. Todo ha sido dispuesto anticipadamente para que el nuevo pontífice escoja lo necesario para su investidura inmediata.

Luego de vestirse, el papa recibirá el homenaje del resto de cardenales presentes en la Capilla Sixtina. Minutos después, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti se asomará al balcón para pronunciar la fórmula tradicional:

“Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam”,y revelará el nombre del elegido y el nombre papal que asumirá durante su pontificado.

El nuevo papa ofrecerá luego unas palabras al mundo y dirigirá la solemne bendición Urbi et Orbi, marcando oficialmente el inicio de su pontificado.