El 13 de marzo de 2013, la historia de la Iglesia católica dio un giro trascendental. Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro en El Vaticano, el cardenal protodiacono Jean-Louis Tauran anunció en latín: “Habemus Papam”, dando paso al primer papa latinoamericano, el argentino Jorge Mario Bergoglio, quien eligió el nombre de Francisco en homenaje a San Francisco de Asís.
La elección se produjo durante la quinta votación del segundo día del cónclave, convocado tras la renuncia de Benedicto XVI, el primer papa en dimitir en casi 600 años. Bergoglio, hasta entonces arzobispo de Buenos Aires, se convirtió no solo en el primer papa de América Latina, sino también en el primer jesuita en alcanzar el papado y el primer pontífice no europeo en más de mil años.
La noticia fue recibida con enorme sorpresa y entusiasmo por millones de fieles alrededor del mundo, y generó una cobertura mediática sin precedentes. Medios nacionales e internacionales interrumpieron su programación regular para anunciar en vivo el histórico nombramiento. En Argentina, la elección fue motivo de orgullo nacional y celebraciones masivas en plazas y parroquias. En Italia y el resto de Europa, se destacó el perfil austero y pastoral del nuevo líder espiritual. En países de América Latina, la figura de Francisco fue interpretada como un puente entre el Vaticano y los pueblos del sur global.
Diario Correo no fue ajeno a este acontecimiento y le dedicó una portada el 14 de marzo del 2013.
Desde entonces, el papa Francisco marcó una agenda enfocada en la justicia social, la misericordia, el medio ambiente y el diálogo interreligioso, temas que lo convirtieron en una de las voces más influyentes del siglo XXI.
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