Desde temprano, una multitud se congregó en los alrededores de la plaza, protegida por un amplio dispositivo de seguridad, para presenciar el cortejo fúnebre.

Al llegar el ataúd al templo, los presentes guardaron un momento de solemnidad, seguido de aplausos. Entre los asistentes se encontraban personas en situación de vulnerabilidad, un grupo al que el pontífice dedicó especial atención durante su ministerio.

Ceremonia y entierro

Tras la entrada del féretro en la basílica, parte de los asistentes comenzó a retirarse, mientras otros permanecieron en el lugar, conscientes de que el entierro se realizaría en privado. Mientras tanto, se escuchaban rezos por los altavoces, creando un ambiente de recogimiento.

Ana, una italiana de la región de Calabria, asistió como peregrina y describió la jornada como “un momento de gran significado”.

La ceremonia congregó a unas 250.000 personas en la plaza de San Pedro y sus alrededores, mientras que otras 150.000 acompañaron el cortejo en su recorrido por el centro histórico de Roma, que incluyó la Vía de los Foros Imperiales y los alrededores del Coliseo.

Sepultura y legado

El papa Francisco fue sepultado en una tumba sencilla en Santa María la Mayor, construida con mármol de Liguria, región de origen de sus abuelos maternos.

El pontífice, fallecido el pasado lunes a los 88 años, tenía una especial devoción por la imagen mariana Salus Populi Romani y había expresado su deseo de ser enterrado en esta basílica.

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