Solo nos queda entretenernos
Solo nos queda entretenernos

Probablemente, solo el amor ha sido definido más veces que el fútbol"... Esta frase la leí una vez cerca de la Marienplatz de Múnich. Me doy cuenta que es cierto, que son dos sentimientos al que le brotan millones de palabras. Y más ahora que el mundo anuda las distancias para estar cerca de Brasil. Y la cháchara futbolística habla de los partidos del Mundial como si hablara del destino del ser humano.

"Brasil tiene uno de los más altos niveles de felicidad que conoce la civilización occidental"... Lo dijo Raúl Porras Barrenechea, el 26 de noviembre de 1957, en el senado peruano a raíz de la visita a Lima del canciller brasileño José Carlos de Macedo Soares. Y eso que lo dijo en tiempos que Brasil no había ganado ninguno de los cinco títulos mundiales de fútbol, la alegría natural del gigante sudamericano. Pese a las quejas y las protestas masivas por los 63 mil millones de dólares que se gastaron para el Mundial (por mandato de la FIFA, la más grande empresa privada del mundo que no rinde cuentas a nadie) y el juego burocrático, áspero y pragmático de la "canarinha", que mandó al paleolítico el "jogo bonito", el fútbol sigue alegrando los corazones.

Perú no compite en este torneo. ¿Razones? Para los jugadores, antes la selección era la meta y ahora es como un equipo de paso. ¿Nada más? Los dirigentes que en vez de encontrar la llave del éxito para la "blanquirroja", están al acecho con una ganzúa. Pese a las frustraciones, los suspiros y la nostalgia de otros tiempos, que ya duran 32 años, los peruanos no estamos ajenos a Brasil 2014. Si nos entusiasmamos con las Champions League y nuestros niños visten camisetas de Real Madrid, Barcelona y Manchester United, cómo no vamos a disfrutar del Mundial. Es decir, solo nos queda entretenernos por un mes.