Benjamín López y su hijo Carlos, indígenas tzotziles de Chiapas, relataron que fueron esposados y deportados sin derecho a defensa tras ser detenidos en un restaurante en Pittsburgh durante una redada del ICE. (Foto referencial EFE/ Laura Becquer)
Benjamín López y su hijo Carlos, indígenas tzotziles de Chiapas, relataron que fueron esposados y deportados sin derecho a defensa tras ser detenidos en un restaurante en Pittsburgh durante una redada del ICE. (Foto referencial EFE/ Laura Becquer)

“Nos trataron como si fuésemos asesinos”. Con estas palabras, Benjamín López, indígena tzotzil de San Juan Chamula, Chiapas, describió a EFE el operativo de detención y deportación que vivió junto a su hijo Carlos tras una redada migratoria en un restaurante mexicano en Pittsburgh, Estados Unidos.

Ambos migrantes contaron que agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) irrumpieron mientras trabajaban cortando verduras y los esposaron de manos, pies y cintura sin permitirles explicar su situación migratoria. Carlos, menor de edad, relató que incluso fueron apuntados con un arma cuando intentaron esconderse en el techo. “En ese momento sentí miedo. Solo pensé en mi familia”, dijo, agregando que no le permitieron exponer su proceso de asilo antes de ser deportado.

La deportación fue rápida, sin posibilidad de defensa ni pago de fianza, ya que las autoridades exigían hasta 10.000 dólares para permitirles permanecer en Estados Unidos unos días más. “Volví con las manos vacías y la ropa del trabajo”, comentó Benjamín, quien trabajó dos años y siete meses en construcción y cocina con la esperanza de construir una casa para su familia.

Deportados vía aérea desde Pittsburgh hasta Ciudad Juárez, recibieron solo 100 dólares para regresar a San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Carlos, quien abandonó la secundaria para acompañar a su padre, expresó: “No hay oportunidades aquí. Solo queremos trabajar”.

Ambos coincidieron en que Estados Unidos representa una esperanza, pero también un sistema hostil para los migrantes, especialmente bajo las políticas de Donald Trump, quien ha acelerado las detenciones y deportaciones como parte de su promesa de campaña de expulsar a más de 11 millones de migrantes indocumentados del país.

“Terminamos de pagar 25.000 dólares de deuda para llegar allá, y volvemos sin nada. Pedimos al gobierno de México más apoyo para quienes no logramos cumplir el sueño. Somos trabajadores, no criminales”, expresó Benjamín, tras su regreso forzado al país.

Desde el inicio de este año, México ha recibido a más de 65.000 personas deportadas, según cifras oficiales, en medio de redadas y operativos que han generado protestas en ciudades con gran presencia migrante en Estados Unidos.