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El avance chileno hacia Lima durante la guerra que le declaró al Perú en 1879 era incontenible. Teniendo bajo control el mar luego del combate de Angamos, lo que seguía era la invasión de Lima. Nuestro país estaba sumido en una grave crisis de tenencia del poder por la guerra. El presidente Mariano Ignacio Prado partió al extranjero para comprar armamento y nunca volvió, y aunque fue satanizado, para el imaginario colectivo de los peruanos no estuvo bien que no volviera, pues era el jefe del Estado. El poder había quedado en el general La Puerta, cuya longevidad, sin que fuera un óbice como regla, lo fue por excepción, porque su capacidad de liderazgo y de toma de decisiones era prácticamente inexistente. Nicolás de Piérola, “El Califa”, político en alza, enterado de que era inminente el ingreso a la capital del general chileno Baquedano, decidió abandonar la ciudad aludiendo razones “estratégicas”. Lizardo Montero partió raudo hacia Arequipa antes de sucumbir al poder chileno. Francisco García Calderón, elegido por los notables de Lima presidente provisorio, fue enviado preso a Chile por rehusarse a firmar el Tratado de Ancón. En medio de esas difíciles circunstancias, el general Andrés A. Cáceres, que había combatido valerosamente en el Alto de la Alianza, dejó Lima para iniciar la denominada Campaña de la Resistencia en la sierra del Perú. El “Brujo de los Andes”, como también se llamaba a Cáceres, fue un completo dolor de cabeza para los invasores. Los derrotó un día como hoy en los combates de Marcavalle, Pucará y Concepción, lo que constituyó el comienzo de la seria retirada de los chilenos del Perú, en 1884. Nunca les fue bien en los Andes. Nunca pudieron con las emboscadas de los campesinos denominados montoneros, que fueron los mejores aliados de los ejércitos de Cáceres por las denominadas guerras de guerrillas. Esta identificación histórica debe ser preservada y no presentarlas, como hoy pretenden los caviares, disociadas del extraordinario rol de las FF.AA. en el combate al terrorismo, primero en los años 80 y ahora en el Vraem, que el sector Defensa lleva adelante con enorme empeño, hay que decirlo.