Juan Pablo II, llamado el “Papa peregrino” fue enterrado un día como hoy, 8 de abril de 2005. A sus exequias, a poco de cumplir 85 años, llegaron hasta Roma, muchos líderes de todo el planeta -se calcula en más de 200: 10 soberanos, 59 jefes de Estado, 3 príncipes herederos, 17 jefes de gobierno, etc.,-, y es considerada una de las más multitudinarias que registra la historia de la sociedad internacional, habiendo llegado hasta Roma más de 3 millones de peregrinos de todas partes del mundo.

San Juan Pablo II -Francisco lo canonizó en 2014- fue el primer papa polaco en la historia de la Iglesia -lo vio y vivió mi generación intensamente, pues nos visitó dos veces: 1985 y 1988, durante la denominada década perdida por el desastre de la economía peruana y la insanía del terrorismo-, que dirigió sus destinos en la etapa final de la denominada Guerra Fría (1945-1989).

Elegido en 1978, luego del efímero pontificado de su predecesor, Juan Pablo I, cuya muerte sigue siendo un enigma en el imaginario colectivo del catolicismo, Karol Wojtyla, se alzó como un verdadero abanderado contra el comunismo, al que había combatido desde sus tiempos en Wadowice, su tierra natal, y de arzobispo en Cracovia.

Hizo muchísimo no solo por la Iglesia sino por el mundo en los 27 años que estuvo al frente del Vaticano y eso explica que el globo, a su muerte, el 2 de abril de 2005, quedará entristecido, procediendo a un estado de duelo planetario por respeto a su extraordinaria figura, intensamente ligada al ecumenismo o universalidad que tanto pregonó, siendo, además, indesmayable en su deseo del diálogo interreligioso con otros credos y religiones del planeta.

De hecho, por sus incontables viajes por países y culturas en los 5 continentes -también por ello llamado el “Papa viajero”-, coadyuvó a promover una suerte de preparación y/o adecuación de la comunidad internacional a la era de los cambios en el mundo. Salvó de un atentado en 1981, episodio que demandó la máxima atención planetaria sobre su salud en riesgo. Finalmente, sus exequias -7 días-, fueron concelebradas por 157 cardenales y estuvieron presentes 700 arzobispos y obispos, además de 3 mil prelados y sacerdotes, calculándose en unos 300 presbíteros, los que distribuyeron la comunión.

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