Argentina celebra hoy, en cuarentena, los 210 años de la histórica Revolución de Mayo en que, enterados que el rey Fernando VII, que había quedado reducido y conminado por Napoleón Bonaparte a abdicar la corona, fue conducido para su reclusión en Bayona (Francia), después de una semana de intensas movilizaciones políticas en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, a la renuncia en la víspera del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, el 25 de mayo de 1810, fue constituida la Primera Junta de Gobierno que graficaría la expresión del gobierno inicial, sin la autoridad española por delante, por más que la junta profesara formalmente fidelidad al rey cautivo, lo que fue llamado como las “Máscaras fernandinas”, por constituir una estrategia de una lado, para reprochar la invasión del gran Corzo en la península ibérica, y de otro, para promover de a pocos la independencia de España, conseguida 6 años después. El virreinato, creado en 1776, lo fue de las entrañas del Virreinato del Perú (1542), como también pasó a gran parte de toda Sudamérica -excepto Venezuela- e incluida Panamá. La Revolución de Mayo fue un suceso inexorable, había estado precedido por el proceso emancipador de levantamientos en otras tierras de la región, y antes por la independencia de los EE.UU. (1776) y la Revolución Francesa (1789), que pregonaron los ideales de libertad e igualdad. Don José de San Martín, que se hallaba en Europa a las órdenes de la Corona, movido por la llama de la Revolución de Mayo, llegó hasta Buenos Aires dos años después, para emprender la empresa libertaria que, finalmente, alcanzaría por su gesta, a Chile y el Perú.