Celebramos el venturoso acontecimiento de la reintegración de Tacna a la soberanía del Perú y al mismo tiempo, por medio del Tratado de Lima, recordamos que Arica fue dolorosamente amputada de manera perdurable de nuestra geografía nacional.

El 28 de agosto de 1929, después de una prolongada resistencia y a pesar del proceso de chilenización cuyo objetivo consistía en desarraigar de lo más hondo del corazón y de la inteligencia el amor al Perú, se conservó íntegro e invariable el sentimiento patriótico de los cautivos.

En este histórico día se produjo el retorno glorioso de Tacna al territorio peruano. Con el propósito de enaltecer aún más a nuestra ciudad, tan solemne fecha obliga a recordar a un ilustre tacneño del siglo XIX, el clérigo, político e intelectual Francisco de Paula González Vigil, que, investido de autoridad, el 7 de noviembre de 1832 pronunció una acusación contra el presidente Gamarra por haber violado la Constitución. Y es que, como dice Basadre, es tan brillante y tan inolvidable el discurso de Vigil, que, arrastrado por tan robusta y esclarecedora intervención, hoy lo recuerdo.

Es probable que aquél vibrante sermón cívico que termina con la inmortal expresión: ¡Yo debo acusar, yo acuso!, haya llegado a los oídos de Émile Zola, pues en su alegato en defensa de Alfred Dreyfus en 1898, se detecta algún tipo de influjo del diputado tacneño. Dijo Vigil: “La salud del pueblo, palabra santa que degenera en boca del demagogo, es el motivo que impele a obrar a los buenos ciudadanos y la razón sublime que inspira en los legisladores decretos justos”. No olvidemos los elevados pensamientos políticos de Vigil, que son frutos bien sazonados de su prodigiosa inteligencia.