Hay algo cierto: el presidente Ollanta Humala demuestra poco tino para elegir a sus ministros y, salvo contadas excepciones, transcurre por su gobierno con gabinetes sin mayor incidencia política amparados en el "piloto automático" del que hablan algunos especialistas.

Pruebas al canto. Sus ex primeros ministros Salomón Lerner, Óscar Valdés y César Villanueva son ahora sus enemigos políticos, y a ellos se suman varios extitulares de portafolio que tuvieron que irse por la puerta trasera de la PCM ya sea por su nula funcionalidad o acompañados por algún escándalo mediático.

Las cerezas del postre las estamos viendo en los últimos días con los casos de Carmen Omonte, ministra de la Mujer; René Cornejo, presidente del Consejo de Ministros; Pedro Cateriano, ministro de Defensa; y Eleodoro Mayorga, ministro de Energía y Minas.

Los cuatro, seleccionados, nombrados y oleados y sacramentados por el Mandatario (con la lógica luz verde de Nadine Heredia), enfrentan acusaciones nada desdeñables por tráfico de influencias, conflicto de intereses y comportamientos políticamente incorrectos, por decir lo menos.

Los mismos especialistas que advierten el escaso olfato de Ollanta para convocar ministros que sumen y no resten, vislumbran que el próximo 28 de julio será quizá la última oportunidad del jefe de Estado para alinear un gabinete de repente menos técnico, pero más cercano de la población.

Y es que su caída en las encuestas también endosa estos disloques ministeriales y, de cara a cualquier aventura electoral del nacionalismo en adelante, tendrá que buscar una despedida de Palacio con menos reticencia de la que goza ahora.