GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

El pasado martes 14 de mayo se ha celebrado el 71° aniversario de la Declaración de la Independencia del Estado de Israel. Su incorporación como tal a la comunidad planetaria resultó un caso sui géneris en el derecho internacional, pues surgió gracias a una resolución de la ONU, la 181 del 29 de noviembre de 1947, luego de que la Comisión UNSCOP -la cual integró el embajador peruano Arturo García Salazar, quien fuera canciller de la República (1918-1919) y conspicuo miembro de la centenaria Sociedad Peruana de Derecho Internacional, a la que me honro en pertenecer- recomendara al pleno de la organización la partición del territorio de la Palestina en dos Estados: Israel y Palestina. Los judíos aceptaron la oferta de la ONU sin contratiempos, salvo la posición particular de algunos grupos sionistas ultranacionalistas que no la vieron con buenos ojos. Los árabes palestinos, en cambio, desde el arranque la rechazaron, y junto a ellos se plegaron en bloque los demás países árabes de la región. Aquel referido 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión, convertido ese día en su primer ministro, leyó en la tarde de ese día en la ciudad de Tel Aviv el histórico texto de la referida Declaración. Al día siguiente, 15 de mayo, en que expiraba el Mandato Británico que administró el territorio de la Palestina, las naciones árabes declararon la guerra a Israel. Pero más allá de que en esa misma ocasión comenzó entre ambos pueblos una relación virulenta que no se ha detenido, Israel alcanzó el desarrollo gracias al empeño de su gente, eso es verdad, pero también lo es que, desde ese momento, ha contado con el incondicional apoyo estratégico de los EE.UU., sin el cual su historia actual en la región del Medio Oriente sería otra. Israel es un Estado y está bien que lo sea, con reconocimiento internacional y participación plena en la ONU. Palestina también lo es, pero no en la calidad de miembro pleno y eso es injusto. El espíritu de lo que recomendó UNSCOP debe concluirse. Dos Estados cabales y en igualdad de condiciones jurídicas como lo consagra imperativamente el derecho internacional. Es lo esperado.