El pasado 27 enero se han conmemorado 76 años de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz, en Polonia, donde murieron unos 2.5 millones de judíos de los cerca de 6 que fueron exterminados durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) por orden del diabólico Adolfo Hitler. Los soviéticos lograron su liberación y lo que pudo encontrarse en su interior puede merecer la más terrorífica de las narraciones sobre los límites de la inhumanidad. En Israel pude conocer el Museo de la Historia del Holocausto donde solamente al ingresar el silencio se vuelve una exigencia para tributar respeto a la memoria de las víctimas quedando el infausto registro de uno de los episodios más siniestros de la historia de la existencia de la especie humana. Pero Auschwitz como Sobibor, también en Polonia, y otros campos de exterminio, se debieron al enceguecido nacionalismo de esa época liderado por el nazismo de Hitler y el fascismo Benito Mussolini. Para los alemanes, que sus niños y jóvenes conozcan las verdades de lo que pasó en los referidos campos de concentración, es fundamental en el proceso formativo de la ciudadanía germana. Las excursiones a los campos de exterminio son prácticamente obligatorias y forman parte de una inversión prioritaria por parte del Estado teutón que va en correlato con el desarrollo temático en la currícula escolar. No ocultan nada. Al contrario, se esfuerzan en mostrar todo lo que jamás debería volver a suceder entre seres humanos. La conmemoración es solemne y está extraordinariamente dominada por el silencio, y se realiza prácticamente en todo el mundo. La Embajada de Israel en Lima lo hizo el mismo 27 de enero con su jefe de Misión a la cabeza, y allí estuvimos escuchando el escalofriante testimonio de una sobreviviente de Auschwitz y de familiares de otras víctimas. La sociedad internacional, a través de  la ONU, que es el foro convencional planetario para el mantenimiento de la paz mundial, tiene por tarea fundamental, asegurar que estos aterradores episodios de exterminio humano, nunca jamás vuelvan a suceder. Mucha educación para darnos cuenta que todas las razas que comprenden a la especie humana son iguales en su dignidad.