A propósito de Áncash
A propósito de Áncash

Los casos de asesinato, aparentemente por razones políticas, que se vienen presentando en Áncash, no solo confirman que el sicariato crece, diversifica sus móviles y se consolida, sino lo explosiva que puede ser la combinación gobiernos regionales o municipales corruptos y/o delincuenciales junto a la libre disponibilidad de gran cantidad de recursos.

Tres reflexiones. 1. Las elecciones de octubre próximo son acaso tan o más importantes que las del 2016. Ojalá tuviéramos la capacidad de elegir gente no solo decente y honesta sino con capacidad. Hoy en día, las 2/3 partes del presupuesto nacional va hacia y se gasta en las regiones y municipios.

2 Lo que pasa en Áncash y en otras regiones es una muestra más del mal diseño de la descentralización. El concepto de autonomía impide que el Congreso pueda fiscalizar el uso de recursos y menos la gestión de los 25 cuasi reyezuelos. Y claro, un gobierno regional o municipal corrupto con buena plata sobrante puede controlar todo: policías, fiscales, jueces, medios de comunicación, etc. Recentralizar algunas funciones, o incluso ir hacia un proceso macrorregional, debería ser parte de la solución. La pregunta es si habrá en el futuro algún gobierno serio y con la suficiente decisión como para pagar la factura política por reformar este sistema antes de que todo empeore.

3. No estaría de más que se discuta la no reelección de los presidentes regionales. En su momento, la congresista Carmen Omonte (ahora ministra) y otros parlamentarios plantearon esta alternativa. Lo malo es que ello impediría que aquellos presidentes regionales capaces y honestos (que sí los hay) sigan trabajando en favor de sus pueblos. Igual hay que dar el debate.