En épocas de pandemia todos los peruanos hemos sufrido al interior de nuestras casas; el gobierno ha buscado, con sus escasos recursos, generar ayudas permitiendo retirar parte de la CTS, pagando bonos extraordinarios y solidarios y buscando diversas fórmulas para que el trabajo se mantenga, porque sin trabajo todo se pone peor; aislamiento, cuarentena y falta de recursos, es la fórmula perfecta para el caos familiar.

Si la economía se ha visto destruida -y se nota en la actividad empresarial-, ni qué decir de las economías familiares; pero a nuestros legisladores parece no preocuparles y/o importarles el tema; un ejemplo “brillante” es el proyecto de modificación de la Ley de Trabajadores del Hogar pues supone la homologación del régimen al de la actividad privada, lo cual, Señores Congresistas, implica que las familias vean incrementados sus gastos a partir de la entrada en vigencia de la norma en caso de ser promulgada y publicada. Sí, esos gastos que con las justas se pueden asumir en esta Pandemia, se incrementan so pretexto de proteger a los trabajadores del hogar.

¿Se lo merecen? Claro que sí, los trabajadores del hogar se merecen mejorar sus condiciones laborales, pero éste es el peor momento para pretender hacerlo. La fórmula es catastrófica justamente para quienes se pretende proteger, es decir es catastrófica para los propios trabajadores del hogar. El escenario en que las personas realizan trabajo remoto y por tanto se encuentran en sus casas, se presta de manera perfecta para que ante el incremento de costos, el ama de casa decida dejar de contar con la empleada del hogar, porque aquella podrá asumir las tareas con mayor facilidad debido a que está en casa y porque los recursos han disminuido; sin embargo, el Congreso incrementa los gastos.

Entonces, ¿el Congreso realmente está protegiendo a los trabajadores del hogar? Evidentemente no. La oportunidad no es mala, es pésima. No se están dando cuenta o no quieren darse cuenta, que con esta norma, de llegar a ser publicada y entrar en vigencia, se generará más pérdida de puestos de trabajo, específicamente de los trabajadores del hogar, pues la gente preferirá tener más recursos para comer que para contar con un trabajador del hogar.