Tener aeropuertos en buenas condiciones no es solo una cuestión de infraestructura: es una herramienta para impulsar el turismo, acercar oportunidades y descentralizar el país. En regiones como Áncash, con tanto potencial económico y turístico, contar con una conexión aérea eficiente marca una diferencia enorme.

Hace un año, el nuevo aeropuerto de Anta, en Huaraz, comenzó a operar. Detrás de esa apertura hay una historia de esfuerzo y decisión. En medio de una etapa compleja, con inestabilidad política y tensiones sociales, asumí la responsabilidad del Ministerio de Transportes y Comunicaciones con un objetivo claro: reactivar proyectos que llevaban años postergados.

El aeropuerto de Anta fue uno de esos proyectos. Gracias al trabajo riguroso de un equipo comprometido y a la articulación con el gobierno regional de Áncash, bajo el liderazgo del gobernador Noriega, logramos destrabar una obra estratégica para la región y para el país.

Áncash representa el 3.5% del PBI nacional (INEI, 2023), y combina minería, agroindustria y un turismo que puede y debe crecer mucho más. Antes de la pandemia, el Parque Nacional Huascarán recibía más de 350 mil visitantes al año (SERNANP, 2019). Con esta nueva infraestructura, el tiempo de viaje desde Lima se reduce en más del 70%, lo que facilita la llegada de turistas, promueve la formalización y dinamiza la economía local.

No me tocó cortar la cinta, pero sí poner el proyecto en marcha y gestionarlo con un equipo comprometido. Porque la gestión pública debe estar al servicio de las personas, más allá de nombres y cargos. Aún hay mucho por hacer, más vías de orden regional y local para integrar y generar desarrollo.