Abimael, el asesino de Lucanamarca
Abimael, el asesino de Lucanamarca

En el Perú no hubo guerra interna y no es un preso político. Fue una lucha contra delincuentes terroristas, capaces de atrocidades como esta.  en agosto de 2003, lo dejó bien claro para aquellos que no lo entienden.

“(…) desde las primeras horas del domingo 3 de abril de 1983, aproximadamente sesenta miembros del Partido Comunista del Perú- Sendero Luminoso, armados con hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego, iniciaron un ataque a lo largo de un trayecto que comprendió las zonas de Yanaccollpa, Ataccara, Llacchua, Muylacruz, culminando en el pueblo de Lucanamarca, todas ellas pertenecientes al distrito de Santiago de Lucanamarca, provincia de Huancasancos, Ayacucho. Como consecuencia de la demencial incursión senderista, sesenta y nueve campesinos fueron brutalmente asesinados.

Antonio Quincho descubrió en su vivienda de Yanacollpa este escalofriante escenario: “con las manos y los pies amarrados, hasta las trenzas salidas de las señoritas, a quienes los habían cortado con hacha, cuchillo, pico, incluso les habían echado agua caliente...encontraron a los niños quemados sus manitos, caritas, ... a los niños recién nacidos les habían sacado las tripas y pisado sus cabezas hasta que salgan sus sesos.”

Luego llegó Ataccara: “De acuerdo con lo declarado por la testigo Justina Evanan Tacas -a la CVR-, los senderistas llegaron repentinamente y capturaron a su yerno Néstor Garayar Quispe, quien se encontraba en las pampas cercanas pastando su ganado. Este hecho fue también presenciado por Zaragoza Allauca Evanan, esposa de Néstor Garayar Quispe, quien tomó a su menor hijo Percy Garayar Allauca y partió junto a su esposo diciendo “si nos matan, que nos maten junto”. En efecto, los miembros de Sendero Luminoso asesinaron con golpes de hacha a los tres miembros de la familia”, refiere el informe de la CVR.

El terrorista Abimael Guzmán había dado la orden de bañar en sangre el lugar, como escarmiento a quienes osaran oponerse nuevamente a sus columnas senderistas. Había llegado el turno de Lucanamarca.

Han pasado los años y la gente se olvida, pero allí están los documentos de la CVR para todo el que quiera saber. Los que no murieron lo cuentan con una simplicidad que horroriza.

“Al respecto, el testigo sobreviviente Marcelino Casavilca relata: (...) ‘ahí realmente nos hace agachar, diciendo: “ustedes pobres miserables querían escapar” diciendo, ahora tienen que recibir castigo acá, nos han hecho manos amarrados en el cuello ahí. Cuando estuve echado, me manda con una bala, con eso me he quedado desmayado, y acá toda esta parte del brazo está roto, en el cuello con cuchillo después me han matado, ya muerto he quedado, no me daba cuenta ya”’ (...).

Continúa el informe: “Una vez retirados los senderistas, las mujeres corrieron hasta el lugar donde yacían los cuerpos de sus esposos o familiares a quienes trataron de auxiliar. Los relatos de los testigos dan cuenta de un panorama aterrador; la mayoría de sobrevivientes no sabía qué hacer, varias personas aún con vida agonizaban ante la mirada impotente de sus familiares, algunas fueron atendidos tan sólo con agua y pastillas para el dolor, mientras que otros sencillamente morían. El señor Marcelino Casavilca narra que cuando reaccionó, estaba ensangrentado y observó que la gente a su alrededor estaba muerta. “(...) hasta sus sesos estaban pegados en las paredes, toda la sangre había chorreado, sus narices partidas, las cabezas partidas(...)”. Igualmente, Envenciona Huancahuari refiere que luego la huida de los subversivos, se incorporó y corrió a ver a su esposo Glicerio Rojas Quincho: “(...) cuando me acerqué, estaba convulsionando, aún con vida, tenía la boca partida por el hacha, parte de la masa encefálica estaba fuera del cráneo, porque su cabeza estaba partida en cuatro (...) algunos órganos del pecho habían sido retenidos en la ropa, cuando quise levantarlo de un brazo, ya no lo tenía, estaba separado del cuerpo”. Así, la incursión senderista en el pueblo de Lucanamarca y el ajusticiamiento realizado en la Plaza de Armas dejaron como saldo diecinueve víctimas mortales, así como varios heridos de gravedad. Al finalizar el ataque de Sendero Luminoso al distrito de Santiago de Lucanamarca, el 3 de abril de 1983, los subversivos habían asesinado a un total de sesenta y nueve personas.”

Y luego tenemos al hombre que cómodamente desde su sillón, movía los hilos de sus asesinos.

“Frente al uso de mesnadas y la acción militar reaccionaria respondimos contundentemente con una acción: Lucanamarca. Ni ellos ni nosotros lo hemos olvidado, es seguro, porque obtuvieron una respuesta que no imaginaron posible. Más de 80 fueron aniquilados, esa es la verdad. Y decimos abiertamente que hubo excesos, como se analizó en 1983. Pero todo en la vida tiene dos aspectos. Nuestra tarea fue asestar un golpe devastador... para hacerlos entender que no iba a ser fácil.

En algunas ocasiones, como esa, fue la jefatura central misma quien planeó la acción y dio las instrucciones. Así es como era. En ese caso, lo principal es que les asestamos un golpe devastador, los detuvimos y entendieron que estaban tratando con un tipo diferente de luchadores populares, que no éramos los mismos que aquellos con los que habían peleado antes. Esto fue lo que entendieron. Los excesos son el aspecto negativo... Si diéramos a las masas muchas restricciones, requerimientos y prohibiciones, no significaría que en el fondo no quisieron que las aguas se desbordaran. Y lo que necesitábamos era que las aguas se desbordaran... porque sabemos que cuando un río desborda sus orillas, causa devastación... El punto principal era hacerles entender que éramos una nuez dura de romper y que estábamos listos para todo”. Terrorista Abimael Guzmán en la autodenominada “Entrevista del Siglo”.

Y un día como hoy, Abimael Guzmán Reynoso, . No olvidemos cuántos Lucanamarcas más pudieron haber sucedido.

Terrorismo nunca más.