La propuesta del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, allá por 1926, de celebrar cada 23 de abril el Día del Idioma Castellano, no fue una casualidad. Ese día, en 1616, murió el mayor genio de la literatura española, Miguel de Cervantes Saavedra, cuya monumental obra “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” es el mayor éxtasis de las letras castellanas.

Con lo anterior, la UNESCO no se equivocó cuando en 1995 declaró al 23 de abril como Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Lo hizo, además, porque en esa misma fecha también fallecieron otros dos grandes de la literatura universal: el inglés William Shakespeare, autor de “Romeo y Julieta”, y el cronista Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega, considerado el primer mestizo biológico-espiritual del Perú, por cuya obra “Comentarios Reales de los Incas” pudimos conocer gran parte de nuestra sociedad precolombina.

El idioma español o castellano es universal. Cerca de 470 millones de personas lo tienen como idioma materno y es la segunda lengua materna del planeta, después del chino mandarín. La proyección de hispanohablantes en el mundo es ascendente, pues de los 6.7% que registró la ONU en 2014, se calcula que en 3 o 4 generaciones el 10% de la población mundial será hispanoparlante.

En nuestro país conmemoramos el 2 de abril el Día Mundial del Libro Infantil, que es también el Día del Abogado o del Letrado; sin embargo, todavía preocupa que solo el 35% de peruanos haya leído un libro en su vida. Mientras nuestra Biblioteca Nacional recibe 500,000 lectores al año, Colombia, el país más culto de la región, ese mismo número lo tiene en solo un mes.

Debemos leer, y mucho, solo así siempre seremos libres, y alejados del yugo de la ignorancia y del engaño.

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