En la tarde de ayer el líder de Alianza Para el Progreso, César Acuña, se reunió con el presidente Pedro Castillo en Palacio de Gobierno. Esa cita, como todas las que se suceden todos estos días en Palacio de Gobierno, abre una serie de ideas y especulación. Pero habría que tomar en cuenta el momento: Acuña y su partido puede resultar importantes para Castillo y su errático gobierno.

La bancada de Alianza Para el Progreso fue una de las que inclinó la balanza a favor del voto de confianza al Gabinete Bellido. Eso demuestra que, al menos por ahora, hay buenas migas entre el partido de Acuña y el gobierno. ¿Qué le puede ofrecer Castillo a Acuña para que este le dé su apoyo? Pues el asunto, posiblemente, tenga que ver con el escenario que se abre a continuación: las elecciones regionales y municipales del próximo año.

Acuña incluso dijo hace una semana que estaba barajando la posibilidad de volver a postular al Gobierno Regional de La Libertad. Y, más allá de eso, su partido tiene una fortaleza en el ámbito de los gobiernos locales y regionales. La asociación de municipalidades y la asociación de gobiernos regionales han sido presididos por sus alcaldes y gobernadores, respectivamente. Es un poder que ahora Castillo necesita tener cerca.

Pedro Castillo sabe que en Lima está el bloque más férreo de oposición. Las encuestas son claras: lo desaprueban sobre todo en la capital; en el resto de regiones, su desaprobación disminuye en inversa proporción a su aprobación. Acuña, su paisano, puede ayudarlo a mantener ese apoyo (Acuña mismo no puede hasta hoy “conquistar” Lima). Pero Acuña no actuará por mera generosidad, desde luego.