El lunes 9, el día de la vacancia, el día en que todo empezó, las autoridades apepistas y militantes de ese partido en Trujillo miraba atónitos cómo su bancada congresal inclinaba la balanza, con sus votos y sus palabras altisonantes, a favor de la destitución de Martín Vizcarra. No lo podían creer.

Luego, vino lo que todos conocemos: las calles, el repudio, los gritos de los jóvenes contra César Acuña y su partido. “Traidores”, les decían a las afueras de su local partidario en Trujillo, la cuna de Alianza Para el Progreso.

Traición fue la palabra que marcó estos días a Acuña y su partido. El sábado por la noche ocurrieron los hechos fatídicos que desembocaron en la muerte de dos jóvenes protestantes, los hoy llamados héroes del bicentenario. Fue el acabose. Personas cercanas a Manuel Merino -quien como se sabe es natal de Tumbes- contaron a este periodista que el entonces presidente en funciones marcó el número de un hombre clave del partido de Acuña. Pero no hubo respuesta. “Recién le contestó al otro día, casi al mediodía”. Merino estaba solo.

El domingo, la congresista izquierdista Rocío Silva Santisteban fue propuesta como cabeza de una lista de consenso en la Mesa Directiva del Congreso, con lo cual se convertiría en la primera presidenta del Perú por los meses que quedan. APP ofreció votar por ella, el mismo Luis Valdez le ofreció el apoyo, según declaró la misma Silva Santisteban. Sin embargo, los votos fueron distintos. Valdez, encima, votó en abstención.

Desde el domingo, en Trujillo han empezado a oficializarse las renuncias en APP. El vicegobernador regional Ever Cadenillas y el regidor de Trujillo, Hernán Aquino, encabezan estas marchas irrevocables. Ayer por la mañana decenas de jóvenes les siguieron los pasos. En Lima, Carmen Omonte, quien iba en la plancha de Acuña, hizo lo propio.

“Acuña y la bancada han traicionado a su propio partido”, dicen los militantes desde el norte.

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