En el año 2010 Daniel Salaverry era un joven político aprista promisorio. Era el llamado a ser aquel que recupere el bastión perdido de la municipalidad de Trujillo. Ese bastión lo habían perdido a manos de César Acuña. Salaverry fue regidor de oposición en la gestión edil que lideró Acuña, de modo que en 2010 Salaverry se enfrentó a quien buscaba entonces la reelección.
Durante la campaña las encuestas sonreían al líder de Alianza Para el Progreso con un amplio margen. Sin embargo, el día de la elección Acuña celebró con pausa y cierto sufrimiento. Terminó ganando por escaso margen a Daniel Salaverry. Desde el Apra hablaban de fraude.
Acuña culminó su segundo periodo municipal en Trujillo, luego se postuló al Gobierno Regional de La Libertad y ganó, otra vez venció al Apra. Por su parte, Daniel Salaverry renunció al Apra tras una serie de desencuentros con su dirigencia, intentó fallidamente formar su propio movimiento (DSV) y terminó en el partido Fuerza Popular. Con los fujimoristas postuló primero a la alcaldía de Trujillo, donde no tuvo éxito; luego, fue candidato al Congreso, al cual sí accedió. De hecho, llegó a ser presidente del Parlamento.
Acuña consolidó su partido a nivel nacional, y en la anterior elección ya tentó la presidencia, aunque su candidatura fue excluida por la entrega de dádivas a electores. Hoy, su partido es una fuerza expectante en el Congreso.
Salaverry, en tanto, se fue de Fuerza Popular cuando la situación empezó a empantanarse. Fue un denunciante en la trama de los llamados “mamaniaudios”, que derivaron en la renuncia de PPK de la presidencia. Ahora, en Somos Perú, se perfila como la carta que presentará para Palacio de Gobierno.
Una década después, ambos se volverán a enfrentar en una elección. No será lo mismo que en Trujillo, por supuesto. Ahora el escenario es otro y ninguno llega en condición de gran favorito.