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Sabía Alan García que era empresa difícil pretender la tercera reelección tan pronto. En mi concepto, sería favorito en el 2021. Pero ya en carrera, no me atrevería a quitarle opción. Sin embargo, no entiendo la alianza con un PPC del que solo queda el membrete, pues el espíritu de Luis Bedoya y de sus lugartenientes de antaño no puede estar en las hordas que se enfrentaron hace poco públicamente, a la usanza de los partidos más rastreros de la izquierda. Tampoco entiendo a sus otros aliados hipercuestionados, aunque la capacidad de endose del hechizo partido del gobernador Sotomayor es superior a la ínfima cantidad de votos que atraería el PPC.

Sin embargo, García necesita afrontar esta elección como los últimos veinte minutos de un partido de fútbol que se va perdiendo. Lo que significa jugársela y tomar riesgos, adelantando sus líneas y embistiendo a los rivales. ¿Cómo hacerlo? Pues reinventándose. Mostrando algo realmente nuevo. No insistir por el discurso de la justicia social o la creación de ministerios sino descolocando a todos con propuestas novedosas y radicales pro crecimiento. Tiene que diferenciarse. No seguir intentando por el poblado centro del área, sino jugar por las puntas.

Para esto, debería pensar hasta ir con un símbolo distinto a la estrella. Plantear un liderazgo sobre una masa de independientes que se sumen a un proyecto moderno de cambio hacia el desarrollo acelerado. Si García se hace acompañar extensamente por sectores independientes -incluyendo las listas al Congreso- habrá consolidado la alianza que necesita ahora.

Dejarse ver con partidos y políticos tradicionales -incluyendo el suyo- darán al elector impresión de que su candidatura es la más tradicionalista. Peor si va con otro partido tradicional como el PPC. Nadie necesita otra reedición del Fredemo 90 y su fracaso. Su partido lo debe acompañar, pero en un discreto segundo plano. Y él erigirse en el líder de los sectores que aún no tienen representación. De lograrlo, daría pelea. Si opta por la vía tradicional, terminará asfixiado en el abrazo de Lulú.

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