Lo confieso: uno de los episodios más intriga me genera en el Lava Jato peruano es el que corresponde a la consabida relación amical –y presuntamente societal- entre Alan García y Jorge Barata. Esta aún no ha sido develada del todo, pero el domingo dejó ver el inicio de un nuevo capítulo con la revelación de las conversaciones de Whatsapp entre Roxanne Cheesman, madre del último hijo de García, y el mismísimo delator y corruptor Barata.

¿Cómo así tenía el número de Barata la pareja de Alan García? ¿Y por qué urgente motivo le escribió en los momentos en que el expresidente agonizaba tras dispararse en la sien e inmediatamente después de su muerte?

El diario Perú 21 ha atizado aún más el candelero de las sospechas. Cheesman, en efecto, le dice a Barata que “Usted nos ha hecho sufrir dos años. Nunca se imaginará cuánto, pero que Dios lo castigue”. El medio se pregunta, con total razón: “¿Hace dos años? En sus primeras declaraciones, Jorge Barata no se refirió a Alan García, y estas ocurrieron a fines de 2016 y el segundo semestre del 2017. Entonces, ¿en qué se fundó ese sufrimiento? Barata no señaló a García. Y si García era inocente, ¿qué los afligía?”.

Y el asunto es que el abogado Erasmo Reyna, apenas unos días después de esos chat, le repitió a Barata lo mismo, le “trabajó” al sentimiento para que limpiara la imagen de García.

Y la verdad es que, aunque no lo libró de culpa, el corruptor brasileño sí limpio algo su imagen. O al menos eso parece. Si comparamos la cautela, la alusión indirecta de sus declaraciones ante los fiscales sobre García, con las delaciones claras y directas de Luis Nava y de Miguel Atala, veremos que Barata habría hecho todo lo que pudo para no embarrarlo en demasía.

¿Qué secretos guardaban ambos? ¿Hasta dónde habrá llegado el supuesto vínculo emocional y corrupto? Es probable en que las próximas semanas y meses lo sepamos.

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