La protesta contra el peaje de Puente Piedra ha logrado que se suspenda el cobro por 30 días. Es un calmante que no arregla el problema y tampoco baja la furia. Lo que quieren estos ciudadanos es que no les cobren por entrar y salir de sus casas. Yo estuve ayer en la protesta, no me lo han contado. Hay mucha gente razonable allí que está en contra de un peaje, el de sur a norte; el otro sí lo aceptan.

El alcalde Castañeda debe actuar rápido; sacar ese peaje y ponerlo en otro lado, a varios kilómetros de la zona del Andén. Basta pararse en el kilómetro 25 para notar un cuadro abusivo: pobreza, cerros, una carretera y dos peajes. No vale decir que los contratos lo tienen atado y que todo es culpa de Susana. Claro que ella debe responder por dar luz verde a este desmadre, pero en la función pública, señor alcalde, se asumen activos y pasivos.

Eliminar el IGV en los peajes del país, una de las poco felices salidas de Castañeda, es un hazmerreír, el descuento sería de unos céntimos. El único que perdería es el Estado, que recaudaría menos. Al final, Odebrecht y las concesionarias son las únicas que saldrían ganando.

Dice la Policía y el ministro Basombrío que en la protesta de ayer hubo infiltración senderista. Quizá, pero eso no es lo central. Aquí hay una indignación donde, sea Sendero o un exalcalde de Puente Piedra, pescan a río revuelto. Si eso pasa es porque, alguien (Castañeda, por ejemplo) está haciendo mal las cosas. Mantener ese peaje desnaturaliza el verdadero sentido de un peaje. Esta protesta es, quizá, el inicio de más movilizaciones contra la corrupción de Odebrecht.

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