El gobernador de La Libertad, César Acuña, sueña con ser presidente del Perú y está dispuesto a todo para no quedar como en los comicios de 2016 y 2021. Sin embargo, cómo puede aspirar a ocupar el cargo más importante dentro del Estado si no logra ni controlar lo que pasa en la administración a su cargo, pues importantes obras para los ciudadanos se están cayendo por presunta corrupción que ha sido destapada no por los órganos internos de control ni por el ojo del dueño de Alianza para el Progreso (APP), sino por la prensa.
Tanto viaje de vacaciones y de negocios, y tantas licencias para atender asuntos personales están pasando a Acuña, pues si él no está implicado directamente en estas cochinadas, todo hace ver que sus gerentes y funcionarios regionales han estado haciendo un festín con las licitaciones, algunas de ellas millonarias como los proyectos del Hospital de Virú y el Corredor Vial Norte, que en total implican montos que superan los 315 millones de soles salidos del bolsillo de todos los peruanos.
Para hoy ha sido citada al Consejo Regional la “suertuda” empresaria Lucero Coca Condori, una bachiller de 23 años que ganó las licitaciones arriba mencionadas. En teoría acudirá a explicar cómo logró que se le adjudiquen esas obras. Sin embargo, dudo que algo positivo salga de la sesión, pues en el consejo hay una mayoría adicta a Acuña, que es precisamente la que le autoriza los viajes de vacaciones a España o Dubai, mientras los liberteños viven al borde del abismo por la ola de violencia.
Pero esta dos obras no son las únicas que apestan a podrido en la gestión del viajero Acuña. Se mantiene el escándalo por los dineros repartidos irregularmente por el programa Procompite –destinado a alentar a emprendedores debidamente seleccionados–, caso que ya le costó el cargo a un funcionario de las canteras de APP, y por la compra de 100 patrulleros a un monto que parece inflado si se le compara con la adquisición idéntica hecha por una región vecina.
Una de dos, o Acuña está medido en estos hechos, o se le están escapando las tortugas en sus propias narices. Ambas posibilidades lo descalifican como un aspirante serio a la Presidencia de la República. Si su gestión en La Libertad es un desastre, qué le esperaría al Perú con un mandatario así. Además, nada nos garantiza que si los peruanos cometen el error de elegirlo, llene la administración pública con sus amigos y los de su familia, y cada cierto tiempo se vaya de viaje porque “tiene derecho a descansar”.