La construcción de la sociedad y el Estado es histórica y permanente, con ciclos casi pendulares, con avances y retrocesos en la búsqueda de una sociedad mejor para superar problemas de corrupción, abuso del poder.

En los países de América Latina estas tendencias se muestran claramente. Por momentos hay giros hacia las posiciones de izquierda o de cambio. Luego se inclinan hacia posiciones conservadoras, aunque con una clara tendencia hacia condiciones superiores de vida y ejercicio de derechos.

Es claro que, en América Latina, los gobiernos de dictaduras militares están de retirada. La pobreza tiende a disminuir en el largo plazo, pero las desigualdades sociales se acentúan. La pandemia actual nos lo ha dejado más que claro.

En el centro de la disputa está la pugna por el reparto de la riqueza, cada vez mayor y que acumulan cada vez menos personas. Y este es el problema central para construir una sociedad con ejercicio real de derechos. No basta que la Constitución diga que todos tenemos derecho a la educación, sino que la educación pública debe ser de calidad, con infraestructura y docentes adecuados en todo el país. Esa es la responsabilidad que le exigimos al Estado.

Los cambios de gobierno a la izquierda en México con Manuel López Obrador, Luis Arce en Bolivia, Alberto Fernández en Argentina y en Ecuador Andrés Arauz, van a la definición. En Chile vemos el cambio constitucional. La presencia de Verónika Mendoza, el 11 de abril, refuerza esta tendencia.

A pie de página: Comparto la indignación de los peruanos ante esta clara muestra del uso y abuso del poder de funcionarios indolentes ante las necesidades del pueblo. Se vacunaron porque pudieron hacerlo. Señor Sagasti, no acepte las renuncias, céselos.