En el Perú la flota artesanal y de menor escala están autorizadas a pescar anchoveta exclusivamente para el consumo humano directo y tienen asignada, para este 2024, una cuota de 200 mil toneladas para contribuir con la seguridad alimentaria de los peruanos.
En este año, ya se han capturado más de 70 mil toneladas de anchoveta que deberían ser destinadas para el consumo; sin embargo, no se encuentran en los terminales pesqueros ni en los mercados.
Si revisamos las cifras oficiales, restando los descartes, residuos y exportaciones obtenemos el volumen estimado de anchoveta disponible para abastecer el mercado interno. Si toda la cuota fuera transformada en conservas (por cada tonelada de anchoveta se producen 4,080 latas de conservas aproximadamente), se hubiera producido más de 150 millones de latas de conservas por año en los últimos 9 años; es decir, cada peruano debió consumir como mínimo 5 latas de conserva de anchoveta. La pregunta es ¿Dónde están?
Todo parece indicar que este recurso se destina a otras actividades ilegales, y además una gran cantidad de anchoveta, que debería alimentar a todos los peruanos, cruza la frontera norte. A partir del año 2019, se evidencia un exagerado incremento en la exportación vía terrestre de anchoveta fresca refrigerada. En el 2019 se exportaron 900 toneladas y a setiembre del 2024, casi 20,000 toneladas. ¡22 veces más!, pero en Ecuador tampoco se come anchoveta.
Esto podría ser una nueva forma de desvío del recurso que debería alimentar a los peruanos, para ser procesado, probablemente, como harina de pescado, dado que resulta poco probable que se fabriquen conservas de anchoveta en uno de los principales países productores mundiales de conservas de atún. Nos queda claro la mayoría de anchoveta para consumo humano nunca termina en ese destino.