El mar peruano es uno de los cinco más productivos del mundo. Ello no es casualidad ni fruto de azar, sino que se debe a una gestión responsable y reconocida internacionalmente, donde la ciencia siempre ha primado; y a la cual, tanto el sector público como privado han contribuido.

Al respecto, en los últimos años, algunas voces suelen poner en tela de juicio, la buena salud de la anchoveta. A ellos, Gabriel García Márquez les diría: nunca te fíes de la apariencia, sino de la evidencia.

Y es que en el sector pesquero, es la ciencia y no los cantos de sirena ni el ojímetro los que determinan la sostenibilidad del recurso. En tal sentido, es el Imarpe -un organismo de gran prestigio mundial- el que garantiza una pesca responsable. Así, recordemos, que la biomasa de anchoveta se encuentra estable desde hace más de 15 años.

En estos primeros días del 2020, en los que la segunda temporada de pesca enfrenta condiciones climáticas adversas a las esperadas; respaldamos como industria, la veda dispuesta entre Nazca y Trujillo hasta que el Imarpe, de acuerdo a nuevas actividades de

monitoreo, estime la normalización de las actividades de pesca.

Como sabemos, el repentino calentamiento de las aguas en la zona norte centro del litoral ha provocado que la anchoveta- que es abundante- se disperse y mezcle ejemplares grandes con juveniles, lo cual debe variar en los próximos días.

Desde la Sociedad Nacional de Pesquería, esperamos que la ciencia y la opinión se diferencien, pues lo primero engendra conocimiento; mientras que lo último, ignorancia.

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