En menos de dos meses (2 de octubre) tendremos nuevas autoridades regionales y municipales, por lo que debemos prestarles atención a los más de 11 000 candidatos: los ganadores tendrán una agenda propia, distinta a la que maneja el Congreso de la República, para darle viabilidad presupuestal a su gestión y continuidad a sus requerimientos. ¿Qué les conviene?

A diferencia de los congresistas, los alcaldes y los gobernadores regionales se mueven por intereses de gestión, que es lo que les exigirán sus electores, y no por ambiciones partidarias. Sean corruptas o no, las autoridades subnacionales deberán responder, por lo general, con obras de infraestructura y desarrollo urbano.

Mientras en el Legislativo la mayoría coincide en su labor de fiscalización contra el presidente Pedro Castillo, con su propuesta de vacancia a la orden del día, al interior del país están preocupados por el dinero y las facultades que el Ejecutivo les brinde. ¿La inestabilidad política favorece a quienes resulten ganadores de las elecciones? Evidentemente, no.

El gobierno central, la gestión congresal y las autoridades subnacionales tendrán que aprender a convivir en medio de una crisis política. No obstante, los últimos pagarán los platos rotos al encontrarse en desventaja: dependen, económicamente, del Ejecutivo, y la estabilidad se la deben al Legislativo. ¿A quién apoyarán?

La mirada de Lima es distinta a la del interior del país, donde los problemas son más cotidianos y menos ideológicos. Y eso consta en la aparición de movimientos regionales pragmáticos, que ganan elecciones lejos de consignas partidarias, como las que se saborean en el Congreso. Ya ustedes sabrán hacia dónde se inclinarán.