En un interesante artículo publicado en este diario, el doctor Martín Santiváñez sostuvo que la esencia de la democracia, consiste en que “personas que son sustancialmente diferentes logren confluir en una mesa para intercambiar razones”. El cruel e injustificado asesinato del activista conservador Charlie Kirk en una universidad de Utah, Estados Unidos, mientras debatía apasionadamente con miembros de la multitud, es un acontecimiento que contradice abiertamente la esencia de la democracia. En este sistema, el arma a perfeccionar es el lenguaje, la capacidad de refutación de las tesis del adversario, el debate intenso y prolongado, la argumentación ingeniosa, la fluidez verbal, pero nunca la violencia física e irracional. Kirk, era conocido por su férrea defensa de los valores cristianos tradicionales y su oposición al progresismo. Aún no conocemos el motivo principal del espantoso crimen, pero hay indicios razonables para sostener que fue –considerando lo que representaba Kirk– por radicalización ideológica e intolerancia. La BBC, medio de comunicación del Reino Unido, menciona: “La revelación de que el presunto asesino de Kirk, es un vecino del pueblo dejó consternados a los habitantes del pueblo de Utah, que tiene 32.000 habitantes”. El medio informativo sostiene que su familia es reconocida por patriota y de buenas costumbres. El crimen realizado con un disparo de alta precisión, enseña dos cosas: Que, en democracia las armas intelectuales son las únicas armas disponibles en el debate público y que, el mundo atraviesa la época del Kali Yuga, es decir, un periodo de oscurecimiento y degradación moral.