El anuncio hecho por el presidente Martín Vizcarra en la tarde del miércoles último, en que afirmaba estar dispuesto a expropiar las clínicas privadas en caso no lleguen a un acuerdo para atender a pacientes de COVID-19 por cuenta del Estado a precios más reducidos, lo cual finalmente se logró al filo de la medianoche, ha puesto en evidencia la manera en que se manejan las cosas dentro del Poder Ejecutivo.

Llama la atención que ningún ministro -sea el premier o el titular de Justicia y Derechos Humanos-, o un asesor le haya explicado los alcances del artículo 70 de la Constitución, que establece que para expropiar primero hay que sacar una ley a través del Congreso que podría demorar meses y más tarde pagar un justiprecio equivalente, sin duda alguna, a varios millones de soles con los que tranquilamente se podrían levantar varios hospitales debidamente equipados.

La otra alternativa es que el anuncio irrealizable en la práctica, tal como han coincidido todos los juristas, es que haya sido parte de una estrategia palaciega para mostrar al presidente Vizcarra como un mandatario “fuerte” y “decidido” al que no le temblaría la mano si de expropiar se trata, cuando con un ligero análisis hubiera quedado claro que había otras alternativas menos “ruidosas” en caso las clínicas hubiesen mantenido su postura intransigente del primer momento.

Una buena salida realista que se pudo usar no ahora, sino desde el principio de la crisis, hubiera sido apelar al artículo 82 de la Ley General de Salud, que es preciso para casos de epidemias. Bastaba con eso. Pero claro, ahí no se usa la palabra “expropiación”, que gusta tanto gusta a algunos nostálgicos de recetas fracasadas que quizá soñaban con ver un tanque y soldados armados haciendo guardia en la puerta de alguna clínica.

La falta de una buena asesoría jurídica en Palacio de Gobierno es preocupante, como también la posibilidad de que la búsqueda del aplauso sea tal, que ya ni siquiera importe hacer anuncios para las tribunas valiéndose de las necesidades de gente que está sufriendo terribles dramas por sus muertos y las deudas contraídas con las clínicas que, sin duda, han tenido una conducta lamentable que todos deberíamos condenar.

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