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La distinción entre poder y autoridad es fundamental para comprender el equilibrio de poder en el Derecho Romano. El gran jurista Álvaro d’Ors decía que la Universidad es, esencialmente, un juego de preguntas y respuestas: pregunta el que puede (el estudiante) y responde el que sabe (el profesor). En efecto, en la vida académica, solo puede preguntar el alumno, quien tiene potestad para hacerlo (potestas), y solo ha de responder la persona con autoridad (auctoritas, sabiduría), depositaria de un saber socialmente reconocido (normalmente, el académico). Esta distinción clásica entre el poder y la autoridad ha sido fundamental para construir, a lo largo de la historia, el equilibrio en el Derecho y en la política. Así, el que tiene potestas pregunta, indaga y espera que la autoridad responda con sabiduría, desde una posición de servicio.

Gran parte de la crisis peruana se debe a la ruptura entre el poder y la autoridad. Los poderosos se niegan a escuchar el consejo y el control de los órganos de autoridad. En el Perú de pronto todos son constitucionalistas, todos saben más de Derecho Constitucional que los constitucionalistas con más autoridad en el país. Cuando estos emiten un pronunciamiento en virtud de su autoridad, surgen voces profanas que mediatizan y curvan el Derecho con el fin de promover sus intereses políticos. Si no hacemos caso a los juristas, ¿qué clase de Estado de Derecho vamos a construir?

Tiempos oscuros atraviesa el Perú. Tiempos en los que el poder desprecia a la autoridad. Tiempos en que el consejo y el control son rechazados por subversivos. Cualquier atisbo de autoridad corre peligro en el país porque el movimiento jacobino radical odia profundamente a todo aquel que lo contradiga.