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Uno. Solo los juristas de auctoritas son capaces de asegurar la independencia de su cargo. Solo cuando se posee una verdadera autoridad, el jurista es capaz de resistir a las presiones del poder, defendiendo la Constitución y el Derecho, lo que equivale a defender la democracia y la civilización. La autoridad es personalísima y el jurista que la posee triunfa sobre las pulsiones autoritarias amparándose en la ley y en los principios. Necesitamos recuperar la autoridad de nuestros juristas, porque la autoridad es independencia y sin operadores jurídicos independientes la democracia se transforma en tiranía. Por eso, el Tribunal Constitucional ha dado un paso en la dirección de la autoridad, afianzando la democracia y equilibrando poderes. Todos los peruanos debemos estar más confiados cuando la autoridad corrige los excesos del poder.

Dos. Los medios de comunicación deben recuperar su independencia y controlar al poder. Es natural que ciertos líderes de opinión tengan una aproximación ideologizada a la coyuntura política. Lo que no es de recibo es que hagan pasar su opinión libre por información contrastada. Los medios de comunicación se deben a la verdad, no a la ideología, los odios o las antipatías. Mucho menos al poderoso caballero que es don dinero. Por eso, los medios de comunicación deben replantear su apoyo sin condiciones a ciertos líderes políticos. El único apoyo del periodismo, el único compromiso de un hombre de prensa es con la verdad.

Tres. Los políticos del Bicentenario que quieran acrecentar su autoridad tienen que decirle la verdad al pueblo y a los poderosos. La verdad de la democracia peruana es que nos encontramos en una crisis en la que peligra el equilibrio de poderes.