Si los peruanos creíamos que, tras la reunión entre el presidente Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori, íbamos a tener al menos unos días de calma y menos ruido político previos a las Fiestas Patrias, pues nos equivocamos, ya que al Poder Ejecutivo se le ocurrió despedir a la procuradora Katherine Ampuero, lo que a su vez motivó la salida de la titular del Consejo de Defensa Jurídica del Estado, Julia Príncipe, quien fuera el gran jale de este gobierno en la lucha contra la corrupción.

Anunciar el despido por televisión, por un caso que implica a la corrupta y corruptora Odebrecht, y que las exprocuradoras señalen al presidente Pedro Pablo Kuczynski y al premier Fernando Zavala de disponer la salida de Ampuero, no hace nada bien al gobierno, que desde hace mucho tiene encima el rótulo de “lobbista”, y más desde el affaire Chinchero, que costó la cabeza a dos ministros, uno de ellos el primer vicepresidente, Martín Vizcarra.

Huele muy mal que en todo esto terminen siendo mencionados Kuczynski y Zavala, pues Príncipe ha señalado que la ministra de Justicia y Derechos Humanos, Marisol Pérez Tello, le comunicó que por solicitud de ambos debía retirar a Ampuero por tratar de impedir que la empresa Odebrecht venda parte de sus activos de Olmos, algo que ya fue admitido por el Poder Judicial. La gasolina para un nuevo escándalo ya estaba regada y lista para explosionar.

Lamentable que un gobierno que tanto tiene que hacer en materia de inseguridad ciudadana, por apuntalar la alicaída economía, por la reconstrucción del norte del país y sobre todo, por luchar contra la corrupción se vea salpicado por este asunto generado precisamente por quien fue presentada en la puerta de Palacio de Gobierno como garantía en la lucha contra el delito y la sinvergüencería de los malos funcionarios.

Ahora hay nuevos señalamientos sobre el Poder Ejecutivo que generan ruido y nada bien le hacen al país. Si por un lado las aguas comenzaban a calmarse tras el diálogo del martes 11 en Palacio de Gobierno, hoy el país tiene que soportar una nueva turbulencia que los voceros del oficialismo no podrán atribuir a fujimoristas o apristas, pues esta vez el Gobierno se ha ganado a pulso esta nueva situación que tranquilamente se pudo evitar.

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