La muerte del suboficial PNP José Munive Gurmendi, acribillado por delincuentes en plena capital, ha vuelto a poner en evidencia el abandono en que se encuentra nuestra Policía Nacional. Según versiones de especialistas, el chaleco antibalas que portaba Munive fue adquirido con su propio dinero. Una tragedia que, más allá del dolor, revela con crudeza la precariedad con la que los agentes enfrentan a la criminalidad en el Perú.

Y mientras los policías de a pie no cuentan con armas modernas, chalecos adecuados, sistemas de geolocalización, laboratorios criminalísticos ni comisarías en condiciones dignas, el Ministerio del Interior ha decidido gastar más de 17 millones de soles en autos de lujo para los altos mandos de la PNP. La lista incluye ocho Audi, cuarenta Toyota RAV4 y ciento veinte Toyota Corolla. ¿Qué mensaje se le está dando a la ciudadanía y, sobre todo, a quienes arriesgan la vida a diario en las calles?

Esta adquisición es un despropósito. El exdirector general de la PNP, Eduardo Pérez Rocha, lo dijo con claridad: “Nunca se han comprado Audis para oficiales generales ni hemos tenido esa distinción en la PNP”. Por su parte, el presidente del Congreso, José Enrique Jerí, sostuvo que hubiera preferido no hacer esa compra y priorizar “otras cosas”. Y tiene razón. Porque aquí no se trata solo de un cuestionamiento ético o simbólico, sino de una pésima gestión de prioridades en un país que sufre una ola de violencia sin precedentes.

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