Quizá una lección para quienes tienen hoy el poder en sus manos, y seguramente mañana, es lo que ahora sucede con la pareja Humala. No pretendo hacer leña del árbol caído, pero sí propiciar una profunda reflexión entre quienes creen que la política no es servicio al país y la comunidad, sino una vía para lograr el enriquecimiento indebido y ejercer el abuso desmedido.

Quienes ahora han sido sentenciados por corrupción a 15 años de cárcel, inauguraron sus campañas electoras con una frase que hoy recordamos con asco: “¿Con quién estás: con la decencia o la corrupción?”. Hoy sabemos que los Humala le preguntaban eso a los electores, pero secretamente ya habían escogido el sendero ominoso, enrevesado y nada derecho de la cutra.

Fue tan cínica ella, que se permitió preguntar cachacientamente al vicepresidente Omar Chehade, envuelto en un confuso incidente, si “era tan difícil caminar derecho”.

Más increíble aún resultaba este consejo cuando quien lo daba, se decía que había recibido junto a “Cosito”, maletas llenas de dólares procedentes de la Venezuela de Chávez. O sea que ya desde antes de entrar a Palacio de Gobierno la parejita caminaba en zigzag.

Además del saqueo de las arcas públicas, con casos que aún están por debajo de la punta del iceberg, el quinquenio de los Humala fue un tiempo de odio y persecución jamás disimulados. Se interrumpieron muchas carreras militares y policiales al servicio de la Patria, entremezclando a gente decente con malandrines, haciendo tabla rasa de fojas de servicio brillantes y destacadas.¿Qué se podía esperar de la mediocridad encumbrada, del cinismo con banda presidencial? Y más aun si vino de un personaje de baja estofa, que no daba paso alguno sin tener la “luz verde” de quien fuera su titiritero, esa luz que podríamos afirmar, alcanzó a muchos desde alturas satelitales.