Esperábamos poco o nada del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu después de su muy discreto drama “Biutiful” (2010). Sin embargo, hay que reconocer que “Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)” es su mejor película después de la aclamada y lejana “Amores perros” (2000). Una exaltada sátira sobre al arte de la representación.

Michael Keaton –en impresionante actuación- lleva la voz cantante en el personaje de Riggan, un veterano actor venido a menos. 20 años atrás era una célebre estrella de Hollywood gracias a 'Birdman', el superhéroe que encarnó en tres taquilleras películas. Hoy es un obsesivo, enloquecido artista en crisis, necesitado de un urgente éxito que lo devuelva al primer plano de atención.

Por esa razón Riggan ha decidido invertir todo lo que tiene en la puesta en escena teatral de una obra de Raymond Carver. El tiempo apremia, sus demonios interiores lo asaltan y no lo dejan en paz, el proyecto amenaza con venirse abajo. Sin embargo, el espíritu casi demencial del artista logra imponerse.

González Iñárritu desarrolla el relato mediante un extenso plano secuencia -debidamente trucado- que le da una particular intensidad y movimiento a las acciones. El incansable recorrido de la cámara explora los diversos rincones del lugar, en el mismo escenario, tras bambalinas, en los pasadizos. Incluso, en dos secuencias memorables esa inquieta cámara sale a la calle siguiendo a Riggan. La mejor, sin duda, es aquella en que el actor se ve obligado a transitar por la calle en ropa interior para reingresar en el teatro.

AGUDEZA E IRONÍA. Agudas, irónicas y divertidas son las reflexiones sobre cine, teatro, la crítica y, especialmente, la delgada línea entre realidad y ficción, entre la lucidez y la locura. Porque finalmente de eso se trata, de mostrar ese lado al margen de la realidad, esquizofrénico si se quiere, del artista. Claro que el show no es solo de Keaton, que brinda una de las mejores interpretaciones de su vida.

A su lado, Edward Norton en el papel de Mike, el actor con disfunción eréctil que le hace unas réplicas notables a Riggan, luce extraordinario. No solo cuando está frente a este, sino también en sus escenas con Samantha (Emma Stone), la hija del protagonista. Especialmente aquella en el techo del teatro donde juegan ‘truth or dare’. Y se lleva las palmas en la secuencia de la representación final donde logra vencer su mal gracias a la adrenalina que le ocasiona estar frente al público.

A su turno, Naomi Watts en el rol de Lesley, coprotagonista

femenina de la obra; y Zach Galifianakis como Jake, el manager de Riggan, brindan caracterizaciones sólidas, que se complementan muy bien con las de sus compañeros.

“Birdman” es, en buena cuenta, una inspirada tragicomedia, en la que el drama que vive Riggan se combina con ácido humor negro de manera efectiva. Tal vez en ciertos instantes el planteamiento pueda resultar demasiado grandilocuente o exacerbado, pero con actuaciones tan memorables esos desequilibrios no merman la fuerza de la propuesta.

La cinta está nominada a varios premios Oscar, incluyendo película, director, actor principal, actores secundarios. No dudamos de que ganará más de una estatuilla dorada.