Mi actitud democrático-combativa en innumerables columnas de los afanes de perpetuación en el poder por parte del caudillista exmandatario boliviano Evo Morales Ayma, no excluye ni supone ninguna razón de dispensa de mis críticas a la presidenta interina Jeanine Añez, a cuyo ungimiento en el alto cargo que hoy ostenta, jurídicamente también hemos defendido con el rigor del derecho internacional; sin embargo, sigo pensando que a su nobel pero respetable gobierno se le está yendo de las manos el equilibrio en las relaciones diplomáticas bilaterales y multilaterales de Bolivia luego de la salida del poder por renuncia de Morales. La doctora Añez desde que asumió el mandato de la nación altiplánica no ha tenido reparos en mostrarse con la espada desenvainada contra Evo y por añadidura y en general, contra sus afines o adictos como el chavismo venezolano y la izquierda latinoamericana que ahora sopesadas por México y Argentina, nos guste o no, respaldan al exmandatario cocalero, moviéndose a sus anchas en tierras bonaerenses. Siguiendo de cerca a la compleja situación interna en Bolivia, asumo que la asunción a la primera magistratura del Estado por la exvicepresidenta del Senado boliviano, era fundamentalmente para tranquilizar al país que había quedado en fase explosiva por el escandaloso e incontrastable fraude electoral llevado adelante por el propio Evo Morales, y con ello garantizar un proceso de elecciones en que el pueblo boliviano elija a su nuevo presidente por los próximos 5 años. Nada más que para eso. Pero en las últimas semanas Añez ha expulsado a diplomáticos venezolanos dependientes del régimen de Nicolás Maduro, a diplomáticos cubanos, y ahora ha dado un paso más complicado al hacerlo con la embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de México en La Paz y con dos diplomáticos del Reino de España. Es verdad que soberanamente puede hacerlo y la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 contempla esta determinación. Más allá de sus razones, Añez crea un clima internacional adverso para Bolivia que puede producir un efecto rebote con un Evo astutamente victimizado que es lo que se debe evitar.