Hace muy mal en anunciar su postulación a la presidencia de Bolivia, la actual mandataria interina del país, Jeanine Áñez, que asumió la jefatura del Estado en medio de la grave crisis política en la nación altiplánica luego de que Evo Morales decidiera renunciar apenas descubierto el fraude electoral que había montado para perpetuarse en el poder. Añez confirma la total ausencia de madurez política por parte de los políticos en América Latina. Ha olvidado por completo o pasará por encima sin inmutarse, que ella misma había confirmado que por ninguna razón lo haría al tener muy en cuenta que su llegada a la primera magistratura del país era exclusivamente para encausarlo hacia elecciones libres luego de la crisis interna, y entregar el poder a quien resultara ganador de las elecciones presidenciales. A la primera mujer que ocupa el más alto cargo de Bolivia le está pasando lo que a la inmensa mayoría de gobernantes y caudillos que ha tenido nuestra región en su bicentenaria historia republicana cuando experimentan a fondo las bondades del poder pues ya no quieren dejarlo. La presidenta interina de Bolivia no se da cuenta de que debilita al proceso electoral que ella misma ha convocado dejando abierta una montaña de especulaciones por parte de los sectores políticos bolivianos que no la quieren. Su presidencia, que no contó con el respaldo de la mayoría de los parlamentarios, pudo iniciarse deslegitimada pero felizmente contó con el beneplácito del derecho y de la ciencia política. Ahora todo parece indicar que Añez estaba en campaña desde que asumió el mando interino: rompió relaciones diplomáticas con Venezuela, expulsó a la embajadora de México en La Paz y a diplomáticos españoles, denunció a Evo pidiendo su detención internacional, etc. Añez juega con fuego. En un proceso previsto para el 3 de mayo entrante, en el que no está bien que la mandataria sea juez y parte y con un país sensible y vulnerable, Añez, obnubilada como el propio Evo en su momento, podría llevar al país no precisamente por los caminos de la paz y tranquilidad nacional. Debería corregir tan craso error desoyendo a los buitres políticos que pudieran haberle incitado ese febril proyecto político

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