Dice Francisco de Quevedo en un soneto: “En el mundo naciste, no a enmendarle, sino a vivirle, y padecerle”. Vemos que la presidente Dina Boluarte se ha tomado muy en serio las exhortaciones quevedianas. Ante el desbordamiento de la criminalidad, la mandataria ha manifestado que, “en dos años del gobierno de la presidente Boluarte no vamos a poder solucionar lo que no se ha solucionado en más de 20 años. No es responsabilidad de la presidente Boluarte. No es responsabilidad de este Ejecutivo”. Este verso preventivo de Quevedo, realista por supuesto, no puede ser interiorizado por un político que toma el timón del Estado con el propósito de enmendar el rumbo de un pueblo. Luego de intensas jornadas de meditación y de forma privada, ¡sí que puede ser aceptado!, ya que la inteligencia comprobará a través de la experiencia, que el mundo marcha hacia la descomposición moral e intelectual. Pero, no puede ser aceptado por un político que ha decidido formar parte del aparato del Estado con el objetivo de transformar el deprimente e incierto rumbo de la vida política y social. Este verso de Quevedo, está en su obra Parnaso Español (Sonetos) y se titula: “Contra los que quieren gobernar el mundo y viven sin gobierno”, o, como ha interpretado el teórico de la literatura Jesús. G. Maestro: “Contra los ingenuos e infelices que quieren cambiar el mundo”. Boluarte parece haber heredado los genes de la anterior administración presidencial: Inoperancia en alto grado, pusilanimidad e irresponsabilidad. El soneto de Quevedo termina así: “A ti no quieres enmendarte, y osas enmendar en el mundo tierra y cielo”. Pues bien, ¿qué político podrá enmendar algo si antes no se ha corregido a sí mismo?