43 Días después de que se produjera la caída del Muro de Berlín -9 de noviembre de 1989-, que significó el fin de la denominada Guerra Fría (1945-1989), proceso y fenómeno de las Relaciones Internacionales que siguió a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), caracterizado por el empoderamiento planetario de los Estados Unidos de América (EE.UU.) y la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), el 22 de diciembre de ese año, en un acto sin precedentes para la historia de Alemania y del mundo entero, fue abierta la emblemática Puerta de Brandeburgo, erigida en el siglo XVIII como símbolo del pueblo y tradición germanos que, debido a las rivalidades entre las potencias –era el mundo bipolar-, quedó encerrada en una suerte de tierra de nadie por el muro levantado por las autoridades de la Alemania comunista en 1961. Durante el lapso que siguió a la caída del muro y la apertura de la Puerta de Brandeburgo, los habitantes de la República Federal de Alemania (RFA) podían cruzar el muro hacia la República Democrática Alemana (RDA); sin embargo, la coronación del éxtasis para simbolizar la libertad extremis que les había sido arrancada por la trama de una sociedad internacional ideologizada por los modelos comunista y capitalista, solo pudo consumarse cuando fue abierta la ciclópea construcción inspirada en la Acrópolis de Atenas, un día como hoy hace 30 años, tiempo que tuvo que pasar para que las nuevas generaciones de alemanes vieran en 1989 a la esplendorosa puerta de 28 metros de altura y 65, 5 metros de ancho y que desde ese momento se ha convertido en el epicentro de las celebraciones de la libertad y de la unidad alemana. Eso explica por qué cada 9 de noviembre la sociedad teutona se lanza sobre Brandeburgo para exclamar que nunca más proyectos divisionistas sean impuestos en Alemania y reivindicar el objeto de su edificación mandada por Federico Guillermo, es decir, la idea de consumar homenaje a la paz prusiana. En síntesis, la Puerta de Brandeburgo representa para toda Alemania –el Estado más poderoso de la Unión Europea- su unidad contemporánea pero también la ansiada y no menos memorable reunificación del país.