La presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Aráoz, concluyó ayer su exposición ante el pleno del Congreso hablando de la necesidad de demostrar que la “buena política es posible”, algo que es urgente si queremos enfrentar problemas muy serios que muchas veces pasan a un segundo plano gracias a escándalos y situaciones que en nada contribuyen a solucionar las grandes dificultades que tenemos por delante.

En ese sentido, bien haría el propio presidente Pedro Pablo Kuczynski en modular sus expresiones y dejar de lado situaciones evitables que no hacen más que tensar los ánimos, como cuando llamó “circo” a una comisión que busca interrogarlo en calidad de testigo por un caso de corrupción. Esa no es precisamente una forma de hacer “buena política”, y menos en los días previos a la presentación de sus ministros ante el Poder Legislativo.

Por su parte, los congresistas de la mayoría “naranja” deben hacer más trabajo para aportar y solucionar los grandes problemas del país, pues son ellos los que manejan el Legislativo con sus 71 representantes, y eso se lo van a hacer recordar los electores en 2021. ¿Con qué cara van a proponer grandes fórmulas para sacar adelante al país luego del Bicentenario si de inmediato les podrían reclamar por qué no hicieron algo mientras eran la mayoría?

Dicho esto, el Ejecutivo y el Legislativo de mayoría fujimorista están en la responsabilidad de trabajar de la mano, dejando de lado el golpe bajo, el griterío y el escándalo que vemos casi a diario, aunque cabe reconocer que desde el cambio del equipo ministerial la tensión ha decrecido. La violencia callejera, la corrupción, la economía fría y otras dificultades están en el día a día de los peruanos, que exigen gestión y resultados.

El segundo año de mandato del presidente Kuczynski tiene que marcar una gran diferencia con respecto a lo que vimos en los primeros 12 meses, en que el escándalo y el ruido pudieron más. Los peruanos piden solución a sus problemas reales y no enfrentamientos entre dos poderes que recibieron el legítimo mandato de las urnas de trabajar de la mano pese a las diferencias. Hace falta mucha “buena política” desde todos los sectores.