El sistema de salud peruano enfrenta desafíos estructurales urgentes: desarticulación entre instituciones públicas, insuficientes recursos financieros y una profunda desigualdad en el acceso a servicios esenciales. Estos problemas no son nuevos, pero en los últimos años se han vuelto insostenibles. La ciudadanía ya no puede esperar, y el Estado no puede -ni debe- intentar resolverlos solo.
Hoy, a puertas de un nuevo proceso electoral, CADE Salud 2025 lanza un mensaje urgente y esperanzador: “La salud sí tiene remedio”. Pero la solución no vendrá como fórmula mágica. Resolver los problemas del sistema sanitario peruano exige acción, inversión, innovación y, sobre todo, colaboración. El sector privado no es un actor secundario en este escenario; es parte del equipo capaz de transformar la salud peruana.
¿Por qué es indispensable su participación? Porque el sector privado cuenta con recursos, tecnología y modelos de gestión que pueden complementar y fortalecer la acción pública. Ya no se trata de una visión asistencialista, sino de una alianza estratégica. Desde clínicas y laboratorios hasta startups de salud digital, el ecosistema privado tiene capacidad para aportar en todos los niveles de atención, especialmente en atención primaria, variable fundamental para sostenibilidad del sistema.
El foro de CADE Salud, que se realizará el próximo 29 de mayo, pone el foco en ejes como la innovación, el financiamiento sostenible y la regulación eficiente. Todos ellos requieren una articulación estrecha entre Estado, empresa y ciudadanía. ¿Queremos modernizar el capital humano? La inversión en formación y tecnología es un área donde el sector privado ya viene marcando la pauta. ¿Queremos acortar brechas en regiones alejadas? Las alianzas público-privadas permiten llevar soluciones donde hoy ni siquiera hay conectividad.
Pero para que esta colaboración funcione, el Estado también debe cumplir su parte: garantizar un entorno con reglas claras, estabilidad jurídica, transparencia y una rectoría firme. No se trata de privatizar la salud, sino de sumar capacidades para que el derecho a una atención digna y oportuna deje de ser una utopía, por ello es importante que todos los tomadores de decisiones y, la ciudadanía en general, participe de este espacio para lograr el intercambio de propuestas.
La salud de los peruanos no puede seguir esperando. Si algo nos enseñó la crisis sanitaria más reciente es que postergar las reformas tiene un costo humano demasiado alto. Hoy, el país tiene la oportunidad de construir un sistema competitivo, equitativo y sostenible. Pero ese futuro solo será posible si entendemos que la solución no está en manos de un solo actor. El compromiso debe ser colectivo.