Se acerca el día central del bicentenario de nuestra independencia y en lugar de festejos y celebraciones, por esta fecha solo hay incertidumbre. Todavía no se define quién será el próximo presidente o presidenta por una suma de denuncias de irregularidades ante el JNE y una narrativa de anomalías en la segunda vuelta de las elecciones, que ha generado un escenario caótico en el que algunas personas canalizan su descontento por el camino peligroso de los desmanes y hasta de la violencia.

Lo ocurrido el último miércoles en el centro de Lima, en el que predicadores del odio arremetieron contra los periodistas, autoridades y propiedad privada no solo los pone fuera de la ley sino que degrada su discurso a favor de la democracia que dicen defender. En buena hora la candidata presidencial Keiko Fujimori rechazó los actos de violencia y las condenó públicamente, esperando que se identifique a los responsables.

Una cosa son manifestaciones pacíficas y otra los intentos de solucionar todo a través del descontrol y la violencia. Hoy no hay espacio para el extremismo, venga de donde venga. Se deben hacer los esfuerzos necesarios para lograr la tranquilidad y restituir la unidad. Un país sin una idea de integración no puede subsistir. Esperemos que la clase política concrete su capacidad de articular lo que la mayoría de los peruanos quieren: paz social y desarrollo.