“Si Bruno Pacheco habla, el presidente Pedro Castillo no estaría un día más en Palacio de Gobierno”, ha declarado al diario El Comercio la colaboradora eficaz de la fiscalía, Karelim López. La frase corrobora la evidencia de que, lamentablemente, el “pueblo” ha alojado en la Casa de Pizarro a un señor que le está haciendo un terrible daño al país en todos los aspectos.

La verdad es que el profesor chotano hace rato que “está jugando gratis”, como dice el argot futbolístico cuando el árbitro no expulsa a un jugador reiteradamente artero, desleal. Y es que, además de estos entripados que huelen a corrupción, “no sabe dónde está parado y no tiene idea de los problemas elementales del Perú”, como bien resumió Mario Vargas Llosa.

Dicha limitación para moverse como un jefe de Estado y ejercer liderazgo en el gobierno lo lleva a la incompetencia total permanente. Y de esto se aprovecha Vladimir Cerrón, un zorro viejo del extremismo, para hacerle la agenda, ponerle ministros impresentables y lo que es peor: venderle como una panacea de todo el proyecto de ley para un referéndum con miras a cambiar la Constitución.

Mientras tanto, en medio del debate distractivo adrede, los precios de la canasta básica siguen flecha hacia arriba, la delincuencia ataca a sus anchas (encima, el iracundo premier Aníbal Torres tilda de inútil a la PNP), la vacunación no funciona porque no hay estrategia ni credibilidad en las autoridades; en buena cuenta, vamos camino al despeñadero, si no lo estamos ya, por obra y gracia de las neuronas inexistentes o quemadas.

“Si para que se vaya Castillo nos tenemos que ir todos, nos vamos”, sentenció la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva. La moraleja es: cuidado con pisar el palito del comunismo barato.