Tan clara como la confusión o desconocimiento del presidente Pedro Castillo sobre la imposibilidad de que pueda someterse a referéndum una salida al mar para Bolivia por nuestro territorio, fue que el propio mandatario afirmó en su respuesta al periodista Fernando del Rincón de CNN, que lo entrevistó, de que “yo no le estoy diciendo que le voy a dar el mar a Bolivia. No es mi intención”. Su confusión, que le está costando la montaña de pronunciamientos de todo calibre, quedó al descubierto cuando enseguida añadió en sus expresiones que “la intención es igual, haría la pregunta para traer el gas (de Bolivia) para el Perú”. Juntando las dos declaraciones que fueron consecutivas está claro de que el presidente por ningún motivo quiere ceder territorio a Bolivia. Más aún, para ser precisos, en ningún momento menciona la palabra cesión de soberanía que realmente lo hubiera complicado constitucionalmente. La insistencia a una consulta al pueblo también es parte de su confusión o desconocimiento, seguramente en la idea de relievar el valioso sentido de la voluntad popular, quizás creyendo que, como él mismo viene sosteniendo el cambio de Constitución por medio de una Asamblea Constituyente y que sería sometida a referéndum, asume de que todo -como el gas que acabo de citar- debe terminar siendo consultado a la ciudadanía. Siendo justos y equilibrados no creo que el presidente Castillo -jamás apoyaría en contrario-, quiera poner en riesgo nuestro territorio. Si su intención hubiera sido hacerlo, lo habría confirmado al periodista mexicano, pero reiteró la negación. El presidente Castillo no es un experto en derecho internacional, pero igual debió ser informado con precisión y por eso pregunto en voz alta: ¿Por qué razón el canciller Maurtua no preparó un texto básico o un resumen con un abc de la política exterior para la entrevista, para que el mandatario esté alertado de lo que sí o no puede decir?. En la cancillería otra vez dejan solo al mandatario. No echaré más leña al fuego, pero sí alzo mi voz para señalar a aquellos funcionarios comodines y con vocación de avestruz que ni siquiera han salido a defender al presidente, dejándolo a su suerte, creyendo que, con agendarle viajes, basta y sobra, cuando deberían ser, responsablemente, el serio laboratorio de la política exterior que Castillo dirige.