La reciente sesión de la Comisión de Constitución del Congreso, en la que participaron los máximos representantes de los organismos electorales (JNE, ONPE y RENIEC), ha dejado en evidencia la complejidad del proceso electoral de 2026. Uno de los puntos centrales de la discusión fue el diseño de la cédula de votación, que se prevé extensa y confusa. La sorpresa fue generalizada ante la presentación de una papeleta de proporciones inusitadas. Según el jefe de la ONPE, Piero Corvetto, estos comicios podrían ser los más complejos de la historia del país.
El escenario no es alentador. Con 42 partidos inscritos oficialmente y la posibilidad de que esta cifra aumente a 50, el electorado enfrentará una oferta política fragmentada, donde la multiplicidad de opciones no garantiza una mejor calidad en la elección. La proliferación de partidos podría terminar confundiendo a los votantes en lugar de brindarles alternativas sólidas para el futuro del país.
Ante esta situación, el presidente del JNE, Roberto Burneo, ha planteado una solución: incentivar la conformación de alianzas entre los partidos políticos. Su propuesta es acertada, pues podría reducir la atomización del voto y dar más claridad al proceso. Sin embargo, esta responsabilidad recae principalmente en los propios partidos y sus líderes, quienes deben comprender que la fragmentación extrema solo perjudicará la toma de decisiones de los ciudadanos.