El mayor legado del dictador Augusto Pinochet Ugarte (1973-1990) para Chile, ha sido un país dividido y polarizado y esa realidad no ha sido revertida desde que en 1990 volvió la democracia, más que de la mano de Patricio Aylwin, el primer mandatario de la etapa de la concertación con presidentes de izquierda: Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, lo fue por la decisión de un general del ejército que era consciente de que el plebiscito le fue adverso al ganar el NO para que acabara el régimen militar que encabezó luego de defenestrar al presidente constitucional Salvador Allende (1970-1973), y que comenzaba a mostrarse insostenible al finiquitar el imperio de las dictaduras militares en nuestra región.

La polarización chilena es tan notoria que ha decidido la alternancia en el Palacio de La Moneda a los presidentes Bachelet y Sebastián Piñera, cada uno con dos períodos gubernamentales. Esa misma polarización llevó a que circunstancias impredecibles como la pandemia y otras planeadas como las estrategias del Foro de Sao Paulo, condujeran al país al plebiscito nacional de 2020, que aprobó el cambio de la Constitución de 1980 de Pinochet.

Los temores de que Chile caiga hasta las profundidades del abismo por cambiar de modelo económico, que la derecha chilena se encargó de recordar en la psique de cada ciudadano apenas instalada la Convención Constitucional, ha llevado a que ayer, millones de votantes -cerca de 15 estaban aptos en un proceso voluntario desde 2012-, reaccionen y lo que muchos creyeron a la ola de la izquierda radical junto a la moderada, como una que arrasaría en las presidenciales, pues comenzó a detenerse y hasta a revertirse.

Así, al cierre de esta columna, al 58% de los votos escrutados a nivel nacional, el candidato de la ultraderecha J. Kast obtuvo 28,52% de los sufragios y Gabriel Boric, de la ultraizquierda, llegó hasta el 24,71%. Ninguno de los dos ha pasado el 50% requerido para ungir automáticamente en el sucesor de Piñera. Aunque en otra columna analizaré cómo sería la segunda vuelta -19 de diciembre-, queda claro que la ola izquierdista de solo meses atrás se habría desvanecido. Lo de ayer en Chile, el triunfo en segunda vuelta del banquero Guillermo Lasso, en Ecuador, y el reciente de Argentina, que ha restado poder al kirchnerismo, confirma que la tenencia del poder es cíclica.