Ya que la presidenta Dina Boluarte no lo destituye y el Congreso no se atreve a censurarlo, esto debido a los escándalos en que anda metido y a los magros resultados mostrados en la lucha contra la criminalidad, el ministro del Interior, Juan José Santiváñez debería ponerse a trabajar para hacer frente a las extorsiones que por estos días también golpean a los colegios y ponen en peligro la vida de escolares, profesores y padres de familia.
El domingo último el ministro fue visto a su llegada a Lima tras un viaje a Europa, mientras era recibido por una “espontánea” portátil. Esta burda maniobra daría mucha risa si no fuera porque el personaje central de ese cuadro tan patético y propio de políticos caídos en desgracia, no fuera el responsable político de la ola de violencia que nos castiga a todos.
Ayer se ha conocido a través de América TV, el caso del colegio particular San Vicente, de Comas, que ha tenido que iniciar el año escolar con clases virtuales debido a que sus directivos están recibiendo amenazas de extorsionadores. Por su parte la Asociación de Colegios Privados de Lima ha hecho un llamado a las autoridades a preservar la integridad de la comunidad estudiantil. ¿Es esto posible?
Erradicar esto es lo que se exige a un ministro que, lamentablemente, con la venia de la mandataria y del Congreso, está más dedicado a sobrevivir que a trabajar por la seguridad.
La consecuencias de mantener a Santiváñez en esas circunstancias, pueden ser muy graves.