La reciente tragedia y desgracia ocurrida en el centro comercial Real Plaza de Trujillo profundiza el dolor de los trujillanos y liberteños que, además de venir padeciendo los embates de la inseguridad y la criminalidad, ahora somos testigos de esta fatalidad –que bien pudo prevenirse y evitarse– que enluta a familias trujillanas y siembra tristeza y desolación en quienes tienen a sus familiares heridos. Nuestra solidaridad con todos ellos.
Esperamos que este infortunio sirva finalmente para reflexionar y mejorar nuestra condición de ciudadanos ante las autoridades que tenemos, y elegimos, lamentablemente. Los trujillanos y liberteños no necesitamos más seguir soportando hechos luctuosos y trágicos. No más lamentaciones, indignaciones estériles y críticas furibundas ante tragedias de todo tipo. Hoy más que nunca debemos asumir y comprender que estamos llegando a un estado de cosas donde nuestros hijos, padres y familiares no pueden disfrutar con seguridad y tranquilidad de espacios públicos donde la convivencia social es elemental. La vida humana en Trujillo y La Libertad pende de un hilo, y las autoridades que tenemos no sólo son “moles” ausentes, sino indiferentes.
Entendamos que Trujillo, La Libertad y el país necesitan de ciudadanos comprometidos y responsables con su presente y futuro. Ya no podemos esperar más de quienes gobiernan actualmente, sólo escuchar declaraciones y anuncios, mientras Trujillo y La Libertad se desangran y llenan de luto. El desafío es recuperar Trujillo para que la barbarie, la desesperanza y la incompetencia no marquen las generaciones que vienen. Cero tolerancia con la corrupción.