Con la AFP en mano, pocos peruanos pagarán deudas y muchos utilizarán sus recursos para gastar en objetos personales; algunos otros irán por alguna pequeña inversión a corto plazo, nada extraordinario. Pero, lo cierto es que el consumo interno logrará mover la aguja de los emprendedores, muy aguantados por las campañas poco auspiciosas, como la escolar y del día de la madre, dos de las tres más fuertes del año junto a Navidad.
Cuando los especialistas dijeron que el primer retiro de los fondos de pensiones privados iba a desfalcar las cuentas y que los más perjudicados eran los pensionistas, muchos creyeron que se trataba de una campaña de terror. Y así fue, hubo más retiros y las AFP siguieron creciendo, no hubo un maltrato en las cuentas, sino que obligó a los administradores de los recursos a ser más eficientes.
Algunos economistas consideran que las AFP no son una fórmula negativa, pero no deben ser un camino obligatorio que termine ajustando los bolsillos de quienes sí ven con buenos ojos su rentabilidad. La mala fama que les han hecho es porque nunca pierden, aún cuando los vientos soplan fuerte contra sus afiliados, sumado a que en un inicio calculaban el promedio de vida de una persona en más de cien años, hasta que fue advertido y lo cambiaron.
Es necesario un fondo de acuerdo al monto que cada uno percibe, pero que sea una alternativa. Creo en las libertades de las personas, en su manera de encarar el futuro. Por eso, no es tentativo para los trabajadores el aporte mensual, pero el sistema ordena y no tienen más salida.
Comenzaron los pagos de las AFP, y ninguna de estas va a quebrar. El modelo prisionero debería ser revisado en beneficio de los aportantes. Tal vez es un sueño que deje de ser obligatorio, pero el debate tendría que estar abierto a otras maneras de aportar.